domingo, 19 de junio de 2016

Primavera

A veces, le echo de menos.  Su forma de apretar mis manos cuando yo sólo era capaz de temblar. Su forma de entender las cosas. Sabía que pasaba por mi cabeza cuando yo no quería seguir. Entendía cada uno de mis movimientos,  mis pasos en falso. Los momentos en los que ni yo misma quería saber de mí.

Si veía mis piernas temblar, sus manos se deslizaban de mis muslos al ombligo y me rogaba que respirase. Me recordaba que todo iba a ir bien. Y se quedaba ahí.

Me sorprendía a mí misma buscando sus manos cuando estaba a solas y me empezaba a ahogar.  Mis dedos en mi estómago. Mi respiración agitada. Mis ganas de abandonar,  la sensación de pesadez. Su voz a través del teléfono, cantando aquella melodía que me gustaba si salía de sus labios.

"Todo va a ir bien, pequeña, todo va a ir bien."

Y yo le creía. Porque en sus labios el mundo era perfecto mientras yo siguiera en él. Porque en sus labios no temía a nada. Era valiente y él estaba orgulloso de que yo fuera tan fuerte. De haber superado todo lo que había destrozado la persona que yo era.

Y le creía. Cantaba con él mientras las lágrimas inundaban mi almohada. Mientras me contaba que no hay ningún universo en el que yo no me pueda querer. Mientras me susurraba que,  si yo no lo hacía,  él lo haría por los dos.

"Dicen que nos parecemos mucho. Y,  si es verdad,  nunca me quise tanto como me quiero ahora mismo.  Como te quiero ahora mismo."

Un beso. Un "todo va bien".
Un "no me voy a ir".

Un "no te vas a rendir si ya has llegado hasta aquí".

Te quiero. Así.
Nos quiero. Así.

1 comentario:

  1. A veces la echo de menos, luego me obligo a recordarme las veces que me echó de más.

    ResponderEliminar