Desearía poder darte todas las buenas noches que me quepan en los labios, y en la lengua.
Poder decirte al oído que tu cuerpo estremecerse sobre el mío es lo más cercano al cielo que voy a estar.
Desearía pasar noches en vela buscándole figuras al techo y compartiendo preguntas existenciales mientras el insomnio nos corroe, juntos entre tanta falta.
Desnudos entre tanto exceso.
Compartiendo la cama, y el sexo. Y el sudor amontonado en las sábanas, y corrernos, sí, corrernos.
Al mismo tiempo.
A distintos ritmos.
Qué triste suena mi cama sin tu cuerpo junto al mío.
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