[...]...Pero yo me salvo, salto,
libre fuera de mí, escapo
por mi sangre, me liberto,
y a ti filtrándome mágico,
vuelvo a dejarte en el viento
otra vez sola, buscando
nueva prisión a tu cuerpo.[...]
libre fuera de mí, escapo
por mi sangre, me liberto,
y a ti filtrándome mágico,
vuelvo a dejarte en el viento
otra vez sola, buscando
nueva prisión a tu cuerpo.[...]
Emilio Prados- Tránsito.
Que imagine que tus manos son las mías mientras las deslizo
sobre mi cuerpo. Sonríes de pie, a mi lado, mientras entro en ese trance que
tanto te gusta, en el que soy tuya sin serlo.
Tienes tus propias ideas, tienes ese tacto que me hace sentir
como si nada más importase. Y no te caes, no fallas, no dejas de acariciar,
porque no dejas de tenerlo todo. Especialmente a mí.
Me muerdo los labios mientras siento cómo estás dentro de mí,
eres todo lo que necesito en este momento, tienes algo que me hace estremecer y
querer escribir acerca de ti todas las noches.
Me pides que deslice la lengua por mis labios para verlo, que me
muerda para ti. Y nunca he tenido inconveniente en hacerlo.
Porque lo que el cuerpo pide es que tus manos no me acaricien,
que no me hace falta si lo hago yo primero, mientras tú me veas hacerlo.
Poco a poco te vas acercando, susurrándome a los labios, al
oído. Como siempre. Mis manos se desatan junto a mi imaginación, y sé que tú
también notas cómo estoy de excitada. Pero no haces nada. Prefieres mirarme.
Y mis ojos se cruzan con los tuyos, y me tienta la risa, porque
hace tiempo que deberías haber terminado de arrancarme la ropa, porque hace
tiempo que sabes que, sola, estas cosas me aburren, porque sin tu cuerpo no hay
lumbre ni luna que ilumine mis noches en vela.
Porque nunca me gustó el deporte si no se hace en compañía.
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