miércoles, 29 de mayo de 2013

Una raya para el tigre.

Mi nunca jamás, el lugar donde todas las cosas que siento crecen sin crecer, como creen sin creer. Quieren sin querer.
Me doy cuenta de que, a mi alrededor, cada vez va quedando menos gente. Pasé de tenerlo todo, de ser una chica normal, de tener mis momentos de rebeldía, de gritar revolución, de pedir a gritos cariño y de llorar por amor, a ser esto que ahora ver.
La misma chica que escribía de madrugada en su cama, llorando mientras te escuchaba por skype y cuando te decía "te amo" hasta sentirlo más que nunca.
Hasta verlo todo doler.

Llorar, ese nunca fue mi defecto, la verdad es que siempre pensé que me hacía más humana. O al menos un poco menos diferente.

Pero llorar por ti era diferente, no era el hecho de no poder tenerte, de no acariciar tus rizos ni hablarte al oído hasta que (no) te durmieses. Era la idea de poder quererte tanto que hacía daño, porque hacía daño el simple hecho de tener miedo de poder sentir algo más, de crear una de esas obsesiones que ya me has visto tener con otra gente. Sí, esto ya lo has visto antes.
Ya me has visto escribirle antes a mucha gente que la quiero.

Pero aquí está la diferencia: Tú eres Cyrano, y no has escrito ninguna carta. Y yo, yo sólo soy Roxana. La que envió la primera.

La misma chica "adaptable" que, igual que te recoge en tus peores días, te tira de tu nube en los mejores (si es que los hay), la que lleva el peso de los dos cuando tú te cansas de llevarlo. La que amanece todos los días mirando su teléfono para darte unos buenos días que se deben a besos.

Porque nos debemos tanto que no habrá vida para pagarnos y no sabemos si habrá esa puta oportunidad de tenernos juntos. De tenerte en mi sofá, trasnochando con los versos de fondo o con mi cigarro encendido junto a la ventana para no llenarte de humo. Tal vez la guitarra, por donde tus dedos pasean libremente, o por mi cuello, por mis caderas, haciéndome cosquillas. Por mi pelo y mis mejillas mientras me besas la frente, mientras escuchas sonriente el sonido de mi respiración.

Podríamos jugar a imaginar, porque es algo que siempre has sabido que me encanta. Podríamos jugar a querernos cada día un poco más, pero eso lleva ya pasando dos años.

Podríamos jugar a que nunca nos quisimos o a que ya no nos queremos, pero ¿quién nos creería? ni nosotros mismos podemos creerlo.

Sí, es posible que ya no estemos enamorados.
Pero es posible que lo estemos.
-El alma era la vuestra, me amáis. Os he desenmascarado.
-No, amor mío, jamás os he amado.


Roxana 

No hay comentarios:

Publicar un comentario