sábado, 11 de julio de 2015

Sangre con sabor a sangre.

Si solamente me vieras como yo te veo,

sin desprender lo malo y quedarme con lo bueno.

Si fueras capaz de verme como yo te veo,

tu cuerpo desnudo y sin miedo,  

mi cuerpo desnudo y con ansias.

Quizá la vida sería más fácil si fueras tú quien me desnudara.

Quizá si mis manos no tuvieran que deslizarse bajo mi ombligo.

Que mi clitoris no tenga que reconocer más mis huellas.

Echo de menos la historia en la que éramos dos.

Aquella que contaba que mi soledad es sólo un espejismo.

Que eras capaz de llenar todos mis abismos y de salvar la caída.

Ahora,  mientras más me escucho,  más se suicida la tranquilidad que me quedaba junto a ti.

Ahora no me escuchas. A gritos me pido,  a gritos te ruego un poco más.

Una mirada lasciva,  complicidad.

Un gesto de cariño, como si fuera un ave rapaz.

Mendigando amor en las esquinas que fueron nuestras.

En aquellas a las que vas conmigo, donde ya no me besas.

No recuerdo cuántas farolas nos han visto lamernos los labios.  

Sé que también me han visto lamerme las heridas.

Sólo espero que esta vez no me arrastre la marea.  

No sé si quiero nadar

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