martes, 28 de febrero de 2012

Sálvame.

Una noche entre perfumes, tu ropa en el suelo, junto a la mia. Tu piel calentando mi cuerpo desnudo a base de caricias y besos. Tus mejillas sonrosadas entre los susurros que escapaban de mi boca en ese momento. Y volví a repetirlo.
- ¿Puedes salvarme?
Y sonreíste. Una vez más, demostraste que podías hacerlo. Mirarme de la manera que nadie me había mirado, que yo viese las cosas de una forma que nunca había visto. No sabes lo que se siente. Por mucho que te lo explicase, sé que nunca sabrás lo que se siente.
Te ves tan tímido. Tan callado, tan perfectamente completo, para una chica como yo, para una chica que le ha dado la vuelta a su mundo.
- Sálvame...
De este mundo en el que no había nada que me hiciera sonreír, que me hiciera ser feliz.
Si pudiera decirte lo que significas para mí, la distancia que me has hecho recorrer desde dónde estaba hasta lo que soy ahora.

-¿Puedes salvarme? Venga, sálvame, si puedes, sálvame.
Cuando mis ojos te lo pedían. Ni siquiera me hacía falta abrir la boca, sabías que nunca había vuelto a mirar así a nadie. Que me hicieses llegar al cielo y me pusieses los pies en la tierra, haciéndome saber que como Peter Pan, o como Superman, siempre vendrías a salvarme.
Sálvame. Igual que esa noche. Igual que todas las noches.

Si puedes, sálvame.

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