Benditos aquellos que nunca se dan por vencidos.
Aquellos que, tras todos los palos de la vida, siguen levantándose y luchando porque esté todo mejor.
Aquellos que nunca han pensado rendirse.
Aquellos que son valientes, que nunca tienen miedo al dolor y que, cuando les hieren, siguen en pie como si nada hubiera pasado.
Muchos de vosotros habréis pasado situaciones mucho más complejas y difíciles que la mía y no entenderéis a qué me refiero.
No espero que lo hagais.
Sencillamente no soy valiente y nunca lo he sido.
Los que me llamásteis cobarde, por fin habéis ganado esta partida.
Y es la última que ganais.
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