Tú y yo seremos,
de aquí al infinito,
el latido del pecho
de un corazón bienherido.
Maldito cupido.
Maldito cupido
de alas de plata,
que curas corazones
y los vuelves coraza.
Y, mientras tanto,
aquí pasa el tiempo,
los corazones siguen sufriendo,
Y tú emprendes tu vuelo y
nos dejas, a algunos,
atrapados en poemas.
Vulnerables, locos,
cuerdos de saetas,
mudos de ilusión
Escuchamos sonar
una guitarra al compás del corazón.
Y creemos, inocentes,
que entre nosotros nos entendemos.
Tal vez estemos demasiado locos,
tal vez demasiado cuerdos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario