miércoles, 2 de enero de 2013

..Defecto de fábrica

Hablemos de generalismos sobre las mujeres.
No, ahora no voy a defender lo que hagan unas u otras, todas tienen algo en general: Se maquillan, se peinan, se arreglan. Usan tacones y van de compras como si les fuera la vida en ello.
Les gusta mirar tiendas y quedarse embobadas frente a los montones de objetos que se usan para maquillaje.
Luego, están esas que dicen ser fieles pero que miran con ...lujuria a cada hombre que pasa a su lado. Y no sólo esas, también las que prefieren el miedo al compromiso a conocer los secretos más profundos del corazón. Y luego, esas que están todo el tiempo con las piernas abiertas.
La superficialidad que caracteriza esta sociedad nos hace así a todas.
Mujeres.
Luego... estoy yo. Sí, yo y otras pocas, con defectos de fábrica.
Tal vez son pequeños detalles, no se centran en su cuerpo, no les importan unos kilos de más ni les importa qué zapatos pegan con qué camiseta ni qué peinado van a hacerse para salir este fin de semana.
Pero a mí... mi defecto de fábrica es otro. Otro bastante diferente.
Mi defecto de fábrica es ... El amor.
No el amor en sí hacia una persona, que también, puedo presumir de ser fiel, pero en este caso me refiero a otro tipo de amor. A un tipo de amor que empieza por una letra (sea cual sea) y siempre termina en un punto (.).
Sí, amigos, mi amor, en este caso, es la palabra escrita, esa misma que puede rodear tu cuerpo de una guerra o de una pasión incontrolable, esa con la cual puedes pasar de estar en un barco pirata a montar una carrera de motos.
La literatura.
No hay más sentido para esto que ese y es el único que interesa.
¿Por qué no me parezco a ese prototipo de chicas o por qué me parezco tanto?Es verdad, me maquillo casi todos los días para tapar las ojeras de unas noches de lectura intensas. Creo que ese es mi único punto en favor al resto de las mujeres.
¿Por qué la lectura y no cualquier otra cosa? Sencillo: No me gusta tener la cabeza llena de serrín, pudiendo tenerla llena de aventuras que alguien ha vivido y escrito para nosotros, aunque las hayan vivido solo en su imaginación.
No es sólo por eso, porque también me libera.
Libera esa imaginación desbordante que hay en mi cerebro y la transforma en una masa moldeable donde se recrean las imágenes de lo que estoy leyendo, con los personajes principales que yo quiera tener y los paisajes descritos como se montan en mi mente.
Sí, el amor por la literatura... Definitivamente mi defecto de fábrica.

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