viernes, 1 de febrero de 2013

Vicios

Y te enganchas. A los latidos del corazón acelerados. Al sonido de los gemidos, las respiraciones agitadas, a las manos contra tu piel. A tus manos buscando dónde agarrarse para no caerte, a las piernas temblando de placer, a la humedad de tu intimidad, a la facilidad de entrada y salida. Al bamboleante movimiento de su cuerpo contra el tuyo, al débil cosquilleo del bajo vientre que va aumentando por momentos. A la locura que se desata en tu cuerpo cuando sabes que la otra persona pronto se sumirá en el máximo éxtasis de la relación, en el momento de placer máximo.

Y te enganchas a ese cuerpo, al tuyo, y piensas en ese encuentro con tus manos mientras te preparas para el siguiente.

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