sábado, 11 de mayo de 2013

...


“¡Cuántas veces al reír se llora!
Nadie en lo alegre de la risa fie,
Porque en los seres que el dolor devora
El alma llora cuando el rostro ríe.”
Juan de Dios Peza; Reír llorando.



¿Recuerdas aquellas noches que, a carcajadas
luchábamos contra dragones en tu habitación?
¿Recuerdas aquellas noches en que nada
te quería hacer compañía en el colchón?
¿Y todas aquellas, cuya amargura gris
llorabas mientras yo estaba ahí?
Tal vez las recuerdes todas, pero nunca así.



Recuerdo que cuando me mirabas
dejaba que el mundo se parase para mí.
Detenía mi paso para darme el disfrute
de mi cuerpo andando junto a ti.
Llamaba mi alma la libertad del amor,
llamaba mi sonrisa a tu felicidad.
llamaban mis pasos a ese sabor,
a ese sabor que nunca podré olvidar.



Tal vez hoy no recuerdes cuántas veces por ti mentí.
Tal vez te hayas olvidado de cuando fuiste feliz.
O tal vez hayas querido olvidar que lo di todo por sentir
un poco de esas caricias que no me cansaba de recibir.
Aunque tuviera que rogarlas, no las cambiaría por nada.
Ni tus noches de ebriedad sobre la cama,
ni que dijeses “te amo” contadas veces
porque tenía la esperanza de que sintieses
que era para ti lo mismo que tú para mí.



No esperé encontrarte aquel día
buscando tristezas en tu alegría,
como ninguna de esas noches
que te convencía de dejar el reproche.
que siguieras con tus sueños,
dándome igual si estaba o no en ellos.


Todo aquello me era indiferente,
tanto como tú me eras ajeno.
A pesar de que dijeras, de boca para afuera,
que te gustaría pasar la vida conmigo.
Ahora no soy más que ese ridículo castigo
que, a veces, tu memoria trae a tu recuerdo.



Recordando que fui cruel, mala y sigo siendo
poco más que la paria que destrozó parte de tu vida,
dándote todo lo que tenía,
buscando algo de amor allá adentro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario