“¡Cuántas veces al reír se llora!
Nadie en lo alegre de la risa fie,
Porque en los seres que el dolor devora
El alma llora cuando el rostro ríe.”
Juan de Dios Peza; Reír
llorando.
¿Recuerdas aquellas
noches que, a carcajadas
luchábamos contra
dragones en tu habitación?
¿Recuerdas aquellas
noches en que nada
te quería hacer
compañía en el colchón?
¿Y todas aquellas,
cuya amargura gris
llorabas mientras yo
estaba ahí?
Tal vez las recuerdes
todas, pero nunca así.
Recuerdo que cuando
me mirabas
dejaba que el mundo
se parase para mí.
Detenía mi paso para
darme el disfrute
de mi cuerpo andando
junto a ti.
Llamaba mi alma la
libertad del amor,
llamaba mi sonrisa a
tu felicidad.
llamaban mis pasos a
ese sabor,
a ese sabor que nunca
podré olvidar.
Tal vez hoy no
recuerdes cuántas veces por ti mentí.
Tal vez te hayas
olvidado de cuando fuiste feliz.
O tal vez hayas
querido olvidar que lo di todo por sentir
un poco de esas
caricias que no me cansaba de recibir.
Aunque tuviera que
rogarlas, no las cambiaría por nada.
Ni tus noches de
ebriedad sobre la cama,
ni que dijeses “te
amo” contadas veces
porque tenía la
esperanza de que sintieses
que era para ti lo
mismo que tú para mí.
No esperé encontrarte
aquel día
buscando tristezas en
tu alegría,
como ninguna de esas
noches
que te convencía de
dejar el reproche.
que siguieras con tus
sueños,
dándome igual si
estaba o no en ellos.
Todo aquello me era
indiferente,
tanto como tú me eras
ajeno.
A pesar de que
dijeras, de boca para afuera,
que te gustaría pasar
la vida conmigo.
Ahora no soy más que
ese ridículo castigo
que, a veces, tu
memoria trae a tu recuerdo.
Recordando que fui
cruel, mala y sigo siendo
poco más que la paria
que destrozó parte de tu vida,
dándote todo lo que
tenía,
buscando algo de amor
allá adentro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario