viernes, 14 de junio de 2013

....

Todas, todas tus heridas tienen memoria.
Todas, todas tus cicatrices son historias.
Todas y cada una de las veces que caíste.
Y, aunque pensaste rendirte, nunca lo dejaste llegar.
Todas las historias sin finales felices.
Y, a veces, rogamos por llegar al final.


Cuando caemos al vacío emocional en el que nos dejan a las personas que tendemos a crear dependencia sentimental hacia los demás, es muy difícil volver a recomponernos, volver a soñar con juntar el corazón, con abrir los ojos y encontrar ese único motivo de seguir vivos, y a la mierda con la autodestrucción.*

Desgraciadamente no podemos librarnos de lo que sentimos, al menos no de golpe, aunque cuesta, tendemos a guardarlo hasta que no aguantamos más y no nos queda opción de desecharlo a él o a nosotros mismos.

Pero eso no es nada de lo que quiero decir ahora.

Quiero decir que no puedo sentir tus abrazos, porque esta malbendita pantalla de cristal que nos ha unido es la misma que nos tiene a una distancia poco prudencial para cuando no sabemos cómo consolar ni secar las lágrimas. Ni reír, ni llorar acompañadas.

Pero eso es lo de menos. Al fin y al cabo, aunque no estén los brazos para apretarnos y ayudarnos a liberar todo lo que sentimos, están las palabras que, al menos por lo que a mí respecta, cubren, acarician y cuidan todo lo que podemos permitir en estas circunstancias.

Que unas palabras tuyas, aunque cortas, aunque sea sólo un "estoy bien", me hacen respirar tranquila. Que todas las veces que inventamos huir, que deseamos estar cerca para poder escapar, para mí, son los momentos de calma que tiene mi mente, esos momentos en los que mi imaginación se dispara y se concentra en... salvarnos.

Salvarnos de alguna manera de lo que nuestros propios corazones nos piden.

Porque estando al borde del precipicio, sé que me darías la mano donde otros me empujarían sin problema, sé que te sentarías conmigo a ver el batir de las olas contra las rocas, contra la base de nuestro precipicio. Y nos levantaríamos para ir a dar de comer a nuestros patos.

Hablando seriamente, hablando de verdad, con el corazón en la mano y la cabeza en cualquier otro sitio, tal vez, contigo, tengo que decirte que...

Que te quiero, te quiero mucho por todo el ánimo y el apoyo. Por cada palabra, por cada noche que paso en vela esperando para saber si estás bien. Por cada vez que me hablas cuando peor estoy y me salvas. Por permitirme intentar aconsejarte cuando te rompes, o te caes. Por permitirme intentar animarte cuando sé que hay momentos en los que nada lo hace.
Por dejarme aprender de ti y disfrutar de cómo haces las cosas, de cuando me pides que sea fuerte y cuando me pides que no me rinda. Porque, créeme. Si no lo he hecho aún, es gracias a que estás ahí.


Por quererme de la forma en que lo haces, cariño. Por quererme de esa forma en que lo haces.



*Mención a Co-razones de Escandar Algeet.


No hay comentarios:

Publicar un comentario