jueves, 13 de junio de 2013

Las campanas de la iglesia.

Suenan las campanas de la iglesia,
quizá por fin sea mi funeral.
La muerte de tus besos en otros labios
me ha acercado lentamente a mi final.
Mas no duele que tus labios busquen otra voluntad,
duele que tu veneno no termina de matar.
Duele que a cada momento cuesta respirar.
Que estoy cansada ya de agonizar.
Suenan campanas en la iglesia.
Podría ser mi funeral.

1 comentario:

  1. Decir adiós... La vida es eso.
    Y yo te digo adiós, y sigo...
    Volver a amar es el castigo
    de los que amaron con exceso.

    Amar y amar toda la vida,
    y arder en esa llama.
    Y no saber por qué se ama...
    Y no saber por qué se olvida...

    Coger las rosas una a una,
    beber un vino y otro vino,
    y andar y andar por un camino
    que no conduce a parte alguna.

    Buscar la luz que se eterniza,
    la clara lumbre duradera,
    y al fin saber que en una hoguera
    lo que más dura es la ceniza.

    Sentir más sed en cada fuente
    y ver más sombra en cada abismo,
    en este amor que es siempre el mismo,
    pero que siempre es diferente.

    Porque en sordo desacuerdo
    de lo soñado y lo vivido,
    siempre, del fondo del olvido,
    nace la muerte de un recuerdo.

    Y en esta angustia que no cesa,
    que toca el alma y no la toca,
    besar la sombra de otra boca
    en cada boca que se besa.

    José Ángel Buesa

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