miércoles, 5 de junio de 2013

El primer día, la primera vez.

Es el primer día pero no es la primera vez. Es el primer día que se reconoce a sí misma que siente todo y más por el. No es la primera vez que lo piensa pero sabe que es la primera vez que lo demostraría sin dudar. Es el primer día que las mariposas de su estómago tiemblan y rebotan contra las paredes mientras bailan con las hormigas que lo recorren dándole una extraña sensación de placer. Es el primer día que se encuentra cómoda consigo misma e imaginándose frente a él de esa manera que tantos problemas le ha traído antes. Sube las escaleras de puntillas para no despertarle, aunque sabe que no se ha dormido, sabe que la espera. Cruza el umbral de la puerta. Es el primer día pero no la primera vez. La habitación está vacía, o al menos eso parece. Incentiva más sus nervios. Se descalza, quitándose esos zapatos que en un principio tanto la molestaban. Le busca con la mirada en todas partes, esperando a que le dé un susto de los suyos, una de sus bromas tan personales mientras se quita las medias sin desabrocharse la falda. Tiembla, como una quinceañera enamorada. Tiembla como lo que en el fondo es. Entonces le escucha susurrar tras ella, tararear una de tantas canciones que se saben ambos en voz muy baja. Y sabe que es sólo para sus oídos. Se acerca a su nuca mientras sigue tarareando y ella es capaz de notar su respiración sobre los hombros. Se estremece al sentir el beso que posa en su piel. Los besos que empiezan a recorrerla. Su camisa empieza a desabotonarse como por arte de magia, como si las manos que la desnudan lo hicieran por primera vez. Nota su pulso tembloroso, nervioso pero firme. Ríen en voz baja, como siempre.

- Cierra la puerta- le pide al oído mientras desabrocha su falda.
Y ella lo hace. Se pone de pie dejando que su ropa la abandone y vaya a hacerle compañía a sus zapatos. Nota la mirada que recorre su espalda, sonríe al darse la vuelta y verle en ropa interior, con esa velocidad que tiene para desvestirse . Vuelve a su posición inicial, donde él juega a acariciarla con los dedos al tiempo que desabrocha su sostén. Deja escapar un suspiro, avisando de todos los que vendrán después. Se gira y recorre sus labios a mordiscos, siempre pidiendo más, siempre impaciente por su cuerpo.
Es el primer día pero no es la primera vez. Es el primer día que va a hacer el amor pero no es la primera vez que va a tener sexo.

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