lunes, 8 de julio de 2013

Esta mañana

Todo comienza cuando amanece. Es como si el sol que entra por la ventana se concentrase en su mirada, recién despierta, que ilumina la habitación entera.

Luego baja por sus labios, iluminando mi paraíso personal.  Su sonrisa de buenos días, sus labios brillantes de esperar besos. De todos los besos rotos que le han dado.  

La cosa no queda ahí, el sol ilumina sus clavículas, dulces, perfectas para apoyar mi cabeza para dormir. Perfectas para posar mis labios y escucharla estremecer.

Pero sigue bajando, enseñándome dónde están sus lunares, enseñándome el camino a la locura. Baña su pecho desnudo, apenas cubierto por las sábanas de mi cama, dejando ver cómo relucen sus pezones bajo ellas.

Sus caderas escondidas bajo esas telas, su ropa interior que la cubre mientras el resto de su ropa cubre los pies de la cama.

Y sus pies, finalmente llega a sus pies esa luz, a sus pies que están fuera de las sábanas, desprotegidos para que los míos la acaricien.

Pero eso no es lo mejor. Lo mejor es su alma libre. Que esas curvas recubren a una mujer hecha y derecha, al fin y al cabo, que lucha por sus ideales, aunque ella piensa que su ideal soy yo.

Lo que me gusta verla teclear, y lo sabe. Me gusta verla suspirar y encender los cigarrillos. Y esa luz, esa luz de inteligencia que le brilla en los ojos cuando le proponen un reto. Esa luz...

Sus manos siguen entrelazadas a las mías. Últimamente se ha acostumbrado a dormir así. Como si esto fueran una vacaciones de abrazarnos.



Y tengo miedo, por primera vez en mi vida, tengo miedo de mirarla y ver que ese brillo se haya apagado. Y debe notarse por cómo la miro, pero ella no abre los ojos aún. Tengo miedo de cuando los abra y me vea se dé cuenta de cuánto ha cambiado todo. Tengo miedo de ella.

Y no quiero temerla, ella no se merece que yo le tenga miedo, ni que mi amor se eche atrás. Y no lo ha hecho cada mañana desde que compartimos cama. Pero esta vez es diferente. Soy consciente de que se irá.
Se irá y yo no podré volver a tocarla.

Pero hoy sigue aquí, abrazada a mi amor.


 Es una mañana preciosa. 

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