lunes, 22 de julio de 2013

Medianoche en punto.

"Se deja de querer, y no se sabe
por qué se deja de querer.
Es como abrir la mano y encontrarla vacía,
y no saber, de pronto, qué cosa se nos fue"
José Ángel Buesa.



¿Cómo decías que se llamaba esto? ¿Mal de amores?

A veces recuerdo cómo tus dedos bailaban sobre mi piel y cómo soplabas sobre mi espalda cuando acababa de salir de la ducha y tenías ganas de jugar. Recuerdo cómo me mirabas, esas ganas locas de amar, como si, ciegamente, fuéramos cazadores, como si jugásemos a que yo era una presa difícil y tú necesitases ir a por mí. Comerme. 

Recuerdo la forma de tus dedos paseando por cada rincón de mi cuerpo, recuerdo verte cepillarte los dientes mientras yo aún estaba comiendo, la risa tonta que te entraba cuando venías a la cocina y me veías a mí, preparando cualquier cosa y pidiéndote que no entraras hasta que hubiera terminado. 
Recuerdo tu sonrisa despierta sobre mi cama, ese montón de cosas que nunca lograré olvidar. 
Recuerdo que me besabas como si no hubiera mañana, porque siempre decías que mañana no sería un día más. 

Recuerdo cómo mirabas el tiempo pasar sobre mi pecho, cómo te entretenía jugar a acariciar. Y ver cómo se acercaba el tiempo del despecho, ese tiempo en el que sabías que no iba a poder estar.

Cada minuto contaba como si fuera un siglo, hicimos cosas que jamás volveríamos a hacer, nos sentimos vivos, cuanto menos, vivos, felices, juntos, por una vez. Completos.

Se deshacen los segundos, mi reloj sigue contando. Esta cuenta atrás interminable, este esperar. Pero el carnaval del tiempo engaña tanto que, aunque no quieras, tienes que avanzar. 

Paso a paso los días se han ido volviendo estériles. Se han ido llenando de esa rutina anormal. Creía que nunca podría decir que esto pasó, que simplemente se olvidó, somos una historia más. 

Pero los segundos no perdonan, el reloj sigue ahí. Pendiente de mis movimientos, cuenta las veces que pienso en ti. Súmale tres cada dos horas, tal vez algunas más, sé que él no se deja engañar, que sabe cuando pienso porque se ve en mi mirada, pero no va a parar.

Quiero que el tiempo se pare, sí, gritarle al cielo que odio todo lo que me rodea. Que odio el estar aquí sin ti, que el tiempo nos debe demasiadas cosas. Que el tiempo me debe a ti. 

Pero ahora ya no importa. Las cosas se van calmando, pero te extraño tanto que a veces siento que no puedo. Que el reloj sigue girando y yo me siento en sus manecillas, me pongo de puntillas intentando tocar el cielo. Mi medianoche en punto, que hace que mi cabeza se revuelva, que todo me despierte, que camine junto a ti.

Mi medianoche en punto que me devuelve una nueva oportunidad cada vez que cierro los ojos. Créeme, no he dejado de estar junto a ti. 

Es la última vez que digo que te echo de menos. Porque eso es algo que nadie puede evitar.
Pueden evitar que piense en ti con tantas ansias. Que piense en ti con regularidad. 
Pero nadie va a evitar que te eche de menos. Ya no es que te quiera, por suerte, ya no.

Ahora somos sólo pasto del recuerdo, y tal vez lo que amo ya no sea amor. Tal vez el recuerdo de algo que existió. ¿Sabes, cariño? Contigo siempre era yo.


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