jueves, 6 de marzo de 2014

Generación del 25.

¿A quién le hace falta un médico para curar una depresión? 
Los médicos curan los males físicos, no del corazón. 


Quizá debamos empezar porque algún día todo fluirá, quizá es el exceso de pasado lo que nos impide avanzar, el exceso de futuro, las ganas de conocer, la consabida ansiedad de tener entre tus manos aquello que siempre has soñado. Lo que te da ganas de luchar, la larga espera, el desasosiego monstruoso y torturante, quizá sea eso lo que aún me hace considerar poner en mi semblante la estúpida sonrisa de complicidad conmigo misma, cuando estoy a punto de rendirme y me faltan las caricias, y no, no te pido que con esto vengas, que vuelvas. No te pido que me abraces, no te pido que te apiades de mí. Te pido que continúes con tu camino hacia la puerta de la felicidad que yo misma te abrí. No te pido que me esperes, ni que tengas los brazos abiertos, de hecho, eres una de las cosas que espero encontrar con los puños cerrados, la lucha, la batalla constante contigo misma, el aprender a crecer, a sobrevivir, son cosas que uno tiene que tener en cuenta, que uno crece. Que no somos niños toda la vida y que somos de esa estúpida generación que creció viendo cómo mataban a la madre de Bambi, que somos esa generación que no pudo evitar que mataran a Mufasa, esa generación que creció con el dolor y la salida adelante de esos héroes infantiles que nos pintaban en los libros de cuentos. Crecimos siendo la generación del 25, la misma generación que, cuando veamos, en un futuro, si es que llegamos, todo lo que hemos pasado, sonreír será complicado porque no recordaremos cómo hacerlo. Recuerdo más las lágrimas que he derramado que las sonrisas que pueden generarme las pequeñas cosas todos los días, recuerdo estados de embriaguez y de negación de la realidad, tan reales como la sangre que corre por mis venas. Recuerdo las cicatrices, cada una con su historia, recuerdos que, en la memoria, van abriendo agujeros, y siempre, sin peros, intentamos olvidarlos, pero has llegado hasta aquí, y ahora puedes lograrlo. Continúa, conmigo o sin mí, continúa sin todos aquellos que se han ido. No te dejes perder, porque no caerás en el olvido, porque ya eres canción, verso, poema y cuenta, porque vas a ser eterno, vamos a ser eternos, somos esa generación que creció en el sufrimiento.
¡Cuántos poetas perdidos y cuántos poemas sin verso!

Seguiré dando gracias cada día por no ser poeta.

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